Al lío:
I. «Aterrizar» los conceptos
O en este caso, amartizarlos.
La secuencia de descenso de la nave que contiene al vehículo (rover) "Perseverance" contiene los pasos imprecindibles para reducir de 20.000 km/h a 0 ("touchdown") en 7 minutos. Asumiendo deceleración constante, significa reducir 173 km/h en cada segundo = una fuerza 4,9G durante 7 minutos.
Para ponernos en situación, es la fuerza que experimentan en frenada los pilotos de Fórmula 1 durante 2-3 segundos. El límite humano lo tocan los pilotos de combate (entre 9G-12G en maniobras evasivas límite).
De hacerlo controladamente depende la diferencia entre «hacerla amartizar» y directamente «estamparla». Igual que lo que os contaba hace unas semanas: la diferencia entre una caricia y una h05t14. Una mera cuestión de velocidad.
Asegúrate de que en los primeros minutos logras «tocar tierra»: un nexo, contexto o espíritu común con tus oyentes.
II. Fiabilidad antes que potencia: allí reina la soledad
Marte es un continuo desierto de color naranja, algo así como una gran sede de C's (Ciudadanos). Y allí tampoco hay ni dios. Si te falla algo en Marte, no tienes a mano al de mantenimiento. Y en el caso de que estuviera dispuesto a ir, ríete de la factura del desplazamiento en domingo y con urgencia del cerrajero.
Así que Perseverance lleva 2 CPUs idénticas en su ordenador central (RCE - Rover Compute Element) para poder funcionar aunque una falle. Por ejemplo, en ocasiones llevo 2 mandos a distancia para pasar las diapositivas. Uno transmite por radiofrecuencia (receptor conectado al USB del computador); el otro por Bluetooth, guardado en el bolsillo. Si me quedo sin pilas en el primero (lo suyo es asegurarse de que está cargado), puedo conmutar inmediatamente al otro.
Sigamos con la CPU (ordenador) de la Perseverance. ¿Recuerdas aquel iMac de 1998 con el que Steve Jobs regresó triunfante a Apple tras ser despedido (sí, de su propia empresa)? Pues en pleno 2020, la NASA equipó a la Perseverance con esa tecnología. Para que ahora te quejes de que no tienes el último modelo de móvil.
La fiabilidad en la comunicación/presentación también pasa por algo tan básico como llevarte preparada la charla y estudiar el escenario. También llevar en versión PDF la presentación para que si Powerpoint te da errores o no tienes una fuente instalada, puedas proyectarla desde el visualizador de PDF a pantalla completa.
III. Distancia social de los transistores
Este procesador "RAD750" (conocido como G3 en los Macintosh de finales de los '90) dispone con fotolitografía los transistores separados 200nm entre sí (nm = nanómetro = la millonésima parte de un milímetro). Los chip de los portátiles más modernos hoy tienen esa separación de tan sólo 5nm.
O sea, que los transistores de la Perseverance se toman muy en serio la «distancia social» porque en el espacio la radiación es extrema. Una excesiva proximidad ente ellos podría fundirlos.
Y ya sabes, a llamar entonces al de mantenimiento. Bien es cierto que aparte de esa distancia, los de BAE Systems (los que fabrican y preparan este procesador especialmente para las misiones espaciales) se encargan de protegerlo adecuadamente. Lo cual sube el precio 300.000 dólares. En nuestro mundo de las diapositivas: asegura esa distancia social entre cada elemento (palabra, cifra) que pongas en tus diapositivas. Cuanto mejor respiren los elementos dentro de cada diapositiva, mejor. Ante la duda, pon en una hucha 1 euro por cada palabra que uses. IV. No innovar a lo tonto Ésta es sencilla. La NASA es quizá la organización más innovadora del planeta (del planeta Tierra y del planeta Marte, fijo). Aceptemos como «innovar» el hecho de mandar un vehículo donde jamás nadie ha estado. Y disponen de presupuesto literalmente estratosférico. Sin embargo no le duelen prendas en seguir usando una tecnología de computación que en los últimos 20 años le ha funcionado. Allá en Marte, lo que quieren es que el vehículo se mueva según se le ordena y que haga y mande fotos. No que se ponga a hacer virguerías a dos ruedas ni hacer 2.000 fotos de cada piedra. Las fotos justas y que tarde lo que tarde la transmisión de los datos. No bases tu presentación en efectos especiales. Una sencilla disolución entre diapositivas es elegante y funcional. Aunque yo mismo incurro a veces en «marcianadas» en las transiciones. V. No desdoblar y usar el lenguaje adecuado Aquí la NASA aprendió por el camino duro. La misión Mars Climate Orbiter (1999) perseguía orbitar a 140 km de Marte y estudiar su atmósfera. La cual hacía que la máxima proximidad soportable fuera de 85 km. El desarrollo se desdobló:
El legendario Jet Propulsion Lab en Pasadena se encargó de los controles desde Tierra con el sistema métrico decimal(metro, kilogramo).
Lockheed Martin (parece un grupo de Radio 3 pero son los del avión supersónico SR71 "Blackbird"; ese, ese, el de los X-Men) se encargó en Denver de los cálculos de navegación de la nave con el sistema imperial (pie, libra).
Seguro que ya te hueles la tostada (chamuscada). Cada vez que los controladores daban instrucciones TCM (Trajectory Correction Maneuver) a la nave en kilogramos fuerza para que variase su trayectoria, ésta lo ejecutaba en libras fuerza (=2,21 veces superior). Para cuando los de la sala de control quisieron frenar el cacharro para posicionarlo en órbita, éste se había puesto ya a 60 km de Marte. Estaba ya calcinado como cualquier elaboración gastronómica de mi amiga S. Lo peor fue que Ayuso estaba todavía estudiando en la Complutense y no le podían echar la culpa del desaguisado. Desde aquel día:
La NASA pregunta al menos una vez al subcontratista si ha puesto las cuentas en sistema métrico deciaml.
Nadie le discute al profesor de física un suspenso por poner el resultado en las unidades incorrectas. Para los estudiantes, que sé que tengo bello público en ellos: ante la duda, poned tras el resultado numérico «udm» (unidades de medida). Así a la gallega.
La maniobra TCM pasó a llamarse "(a)TPC", acrónimo del lugar a donde habían mandado la nave.
La presentación la debe preparar una sola persona. Y aseguraos de que el lenguaje empleado es el adecuado. Y marcianadas, las justas.
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