«La perfección no se da cuando no queda nada más por añadir, sino cuando no queda nada más por quitar» (Antoine de Saint-Exupéry)
Vivimos rodeados de historias.
Es la manera en que trasladamos nuestras ideas desde nuestra mente a la de los demás. Lo vivo cada vez que me invitan empresas a compartir con sus equipos la lógica detrás de una presentación y cómo diseñar para hacer fluir el mensaje.
Hace 35.000 años pintábamos en cuevas escenas cotidianas. Las dataciones mediante series de Uranio revelan que en Altamira estuvimos pintando historias durante 20.000 años. En el año 2.000 a.C. aparecieron las primeras fábulas en Mesopotamia (escenas protagonizadas por animales. En el s. VII a.C., Hesíodo planteó la «Fábula del Ruiseñor» dentro del poema Los Trabajos y los Días. Con ella, la Antigüedad Griega nos legó las ideas de intención y conclusión. Aristóteles, en su Poética del s. IV a.C., consolidó el famoso esquema de «presentación-nudo-desenlace». Y nada ha cambiado desde entonces en la estructura de una historia que, sencillamente, funciona. Y que funciona sencillamente.
Hasta que llegó Cervantes e inventó la novela moderna: Trasladó el punto de vista y la palabra a sus personajes en lugar de relatar desde el exterior lo que les sucede. Don Quijote y su escudero Sancho Panza vienen de clases sociales diferentes y el contraste de sus puntos de vista sobre el mundo aporta riqueza.
Ya no se trata sólo de lo que se cuenta, sino de cómo se cuenta.
Nos hemos enfocado en el (imprescindible) rigor técnico pero hemos apartado la conexión emocional con el oyente.
En España muchos profesionales no han hecho una presentación hasta el mismo día de la “defensa” de su Proyecto Final de Carrera. En países como Inglaterra o Estados Unidos lo aprenden temprano en el colegio. He vivido ejemplos directos trabajando con operarios de máquina en mejora de procesos concretos en fábricas de estos países. Estas personas, con formación equivalente a un Oficial de Primera, presentan la solución desarrollada a un directivo de la empresa de manera más eficaz que muchos titulados superiores en España
Antes de contar una historia o presentación:
¿Preparas las ideas antes de conectar el ‘Powerpoint’?
¿Tienes claro qué resultado o decisión necesitas en los minutos siguientes a terminar?
Si proyectas diapositivas: ¿Son realmente simples, funcionales e imprescindibles para tu mensaje?
¿Te hacen (buenas) preguntas al finalizar?
¿Logras en algún momento que todos los oyentes olviden el móvil y estén metidos en lo que cuentas?
¿Disfrutas desarrollando tu historia y hablándoles desde el corazón?
¿Sale la gente Feliz tras experimentar tu presentación?
Prueba a exponer de manera simple, honesta, fácil y digerible.
En esa simplicidad los oyentes directamente sienten que detrás hay un proyecto completo (incluso sofisticado) y que te has esforzado por hacer que se entienda.
Y a partir de ahí se crea un vínculo duradero con nuestros oyentes.
Puedes ver una charla mía sobre esto en: https://youtu.be/FDX0I1tDNPU
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