Sé que la tienes fresca en la memoria porque en estos tiempos de COVID-19 Coronavirus y desmoralización sé que mi articulito te trajo Iluminación y Felicidad.
En el improbable caso de que no fuera así, tampoco me saques de mi error. Déjame en mi burbujita de Ilusión.
Déjales hablar. Que se vacíen. No sólo por estrategia de resolución de un conflicto. Es que se lo merecen.
Localiza a los que serán tus primeros aliados. Cuando tienes a 25 personas deseando matarte, habrá al menos una que se convierta en tu abogado. Tras ésta aparecerá alguna más. Estas personas comenzarán en un momento dado a discrepar del resto de su equipo y defenderán (relativamente) tus posiciones.
Localiza al que manda. Bascula tu comunicación cada cierto tiempo sobre esta persona. Consigue su aquiescencia. (Ya, yo tampoco había usado esta palabra en años).
Muestra sinceramente que te importan. Cierra el portátil. Apaga el proyector. Aparta los elementos de la mesa. Pasa la página en el rotafolio. Expresa de manera plástica que estás haciendo un borrón y cuenta nueva.
Admite tu error principal: haber ido con una presentación que no les interesaba en vez de conocer el verdadero problema que les está afectando.
Reconoce tu debilidad. En este momento eres vulnerable: estás solo frente a todo un equipo que no te quiere mucho precisamente. No tienes preparado nada para este momento.
Pide ayuda (sí: al propio «enemigo») para saber los resultados concretos que desean ver y en qué plazo. Eso les hará sentir genuinamente importantes.
Ponte cómodo. Quítate la chaqueta para superar el calor del momento. Termodinámica y psicrométricamente seguro que la temperatura es confortable. Pero tú estás sofocado. Adáptate al terreno.
Pide que intervengan de manera ordenada: uno a uno.
Ve «de menos a más»: evita empezar apabullando como si fueras un negociador/pacificador que se ha leído mil libros de liderazgo. O lo que demonios eso signifique.
Transmite que deseas realmente ayudar. Aprópiate del problema, especialmente si lo ha causado otro y tú no has tenido nada que ver.
Discrepa controlada pero firmemente. Así valorarán los puntos en que estés de acuerdo.
Apuntala argumentos. Relaciónalos con las personas que te los fueron «comprando». Refuerza así a tus «primeros aliados». Haz fácil que se construya un historia al tiempo que vais generando ideas y acuerdos.
Construye una solución que satisfaga todo lo acordado y contemple los puntos en que aún haya discrepancia.
Traza verbalmente y plasma en pizarra/papel un plan creíble con hitos específicos y modos de comprobar el progreso.
Ponte a la disposición de esa última persona escéptica que siempre quedará (y que jamás recuperarás).
Da las gracias por la oportunidad de expresarte, de escucharles y de que te escuchen.
Rompe definitivamente la tensión con una leve broma final («No sé por qué no había venido antes a disfrutar de un rato tan relajante»).
Habla en privado con la persona que manda: asegúrate de su complicidad y acuerdo con el plan trazado.
Asocia públicamente a esta sesión el éxito posterior que obtendréis.
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