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Foto del escritorDiego Marqueta

¡Abracadabra!

Si me estás leyendo ahora: pues "¡Abracadabra!". Toma truco. No en vano estamos a pocas horas del feliz advenimiento de cuñados (=Nochebuena). Aunque nada comparado con Nochevieja, claro.

Mi familia, sin ir más lejos, creo que ha trucado todos sus tests de antígenos y me han invadido a resultados de falsos positivos. Pero a mí no me la dan con queso; y en unas horas me persono en todo mi cuñadísimo esplendor. El caso es que para protegerese de enfermedades, dolencias y familiares indeseados (=combinación de esas dos anteriores) siempre se ha recurrido a amuletos. La palabrita que hoy nos ocupa tiene origen incierto (parecen tener un significado de conexión entre lo que dices y lo que crees) si bien su primera aparición registrada es en el s. II, por gracia de Srenus Sammonicus. Suena a pívot de la selección lituana de baloncesto, pero era el médico del emperador romano Caracalla.

Este hombre desarrolló un amuleto triangular en que iba inscrita repetidamente esta "palabra-cadabra", restando letra final conforme se estrechaba el triángulo. Algo así como el diagrama de Moeller para la configuración electrónica de un átomo. ¿Recuerdas del cole? (1s2 · 2p6 · 3d10 · 4f14…) Siempre he sido un tío muy cartesiano, pero no niego que somos seres cuyas decisiones vienen regidas en un ≈80% por factores emocionales. Quienes tengáis hijos, conduzcáis un automóvil de alta gama o uséis un iPhone lo sabéis de sobra. Si quieres inducir en tus espectadores una sensación que se convierta en una emoción legítima, primero tendrás que sentirla tú, ¿no? No podemos aspirar a crear Magia si no creemos en ella.

Piensa en el lápiz que usaste para dibujar tus ideas. Imagina el momento en que terminas de contar la idea más fuerte de tu presentación. Sueña. Tal cual. Deja que tu cerebro sea el Teatro Bolshoi en que cada vez se estrene tul ballet de «El Lago de los Neurotransmisores»: Tras un aparente caos hay una lógica ordenada que mueve el baile de tus ideas. Abracadabra. Busca la verdadera Magia. Esa que sucede después de que te calles.

La Magia que obran las mentes movidas y los corazones conmovidos. La Magia que está en todas partes, como la Fuerza. De hecho, cuando llegue luego a casa de mi madre, ¡magia!, creo que habrán desparecido todos.

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