Lo más probable es que tus diapositivas sean un pestiño. No tengo nada contra ti, pero seguramente me he topado con tus diapositivas o algunas de sus primas en diferentes presentaciones. Y te la tengo jurada. Así que o te atizo o te ayudo. (Hoy) me decanto por lo segundo: te voy a hablar de la única plantilla de Powerpoint que funciona. Carece de fondos artísiticos, polígonos innecesarios o el dichoso logo de empresa que nadie necesita ver en cada diapositiva.
Se tata de una regla geométrica que hace que tus diapositivas de repente se perciban perfectas. Ningún espectador será consciente de ello ni lo analizará. Sencillamente cada diapositiva le parecerá natural, lógica, armónica.
Usar reglas que sencillamente funcionan te libera del estrés por creer que no eres creativo (lo cual es una suposición tuya; es casi imposible que no seas creativo, si sigues siendo un ser vivo). Y lo bueno de dominar las reglas es que, cuando las quebrantas, lo haces con lógica, propósito y conocimiento.
Resumen: alinear los elementos (palabras, números, dominantes de una foto, objetos, gráficas) en tu diapositiva según la espiral de Fibonacci.
Confío en que, a estas alturas, tus diapositivas son ligeras y livianas. Así que no te resultará complicado posicionar los elementos. Puestos a ubicar elementos, hazlo en sitios que resulten armónicos.
Un poco de Historia. Que las cenas de Navidad se acercan y los cuñados necesitamos cosillas a contar para la segunda copa de vino.
300 años antes de Leonardo da Vinci hubo otro Leonardo algo menos conocido: Leonardo de Pisa (1170-1250). Fue un matemático italiano conocido como Fibonacci (Filius Bonacci - hijo de Guglielmo Bonacci «bienintencionado»). Este amiguete aprendió el sistema de numeración árabe viajando por el Mediterráneo. Tras regresar publicó su libro Liber Abaci (1202): con él introdujo en nuestro mundo occidental la estructura decimal o el número cero. Nada, fruslerías. Detallitos sin importancia.
Si Newton se inspiró para la Gravitación Universal con una manzana, nuestro amigo Fibonacci se inspiró 460 años antes con la manera en que crecía una población de conejos. Identificó que seguía una razón matemática: la sucesión de Fibonacci. Ésta fue descrita en el mencionado Liber Abaci mediante una serie de números en que cada uno se construye sumando los dos anteriores: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13,21,34, 55, 89, 144, 233, 377...
Aquí empieza la magia:
Al dividir cada número por el anterior, cuanto más avanzados estemos en la sucesión, más se parece el resultado al famoso número áureo o «phi» (φ=1,618...)
En consecuencia, al usar dos valores seguidos para la longitud de dos segmentos unidos, la proporción entre el total y el segmento mayor es igual a la que hay entre dicho segmento mayor y el menor.
Trazando arcos de cuarto de circunferencia cuyo radio va tomando dichos valores, obtenemos la espiral de Fibonacci. Que es la plantilla de la cual te hablo al inicio de este texto.
¿Y cómo lo usamos? Tan sencillo como disponer los elementos de tal manera que encajen en dicha espiral:
Tocando la línea de la espiral.
Siendo envueltos por la espiral.
Alineando elementos con la diagonal del rectángulo en que se inscribe.
Ubicando un número fundamental en el punto «infinito» donde converge la espiral.
Alineando un eje o elemento importante de la foto con las líneas de los cuadrados que van trazando la espiral.
La diapositiva, sencillamente, resultará armónica a los ojos de quién la ve.
Sin que te des cuenta, llevas viendo esta relación en cantidad de elementos: las porporciones del rectángulo de tu tarjeta de débito o de tu DNI; las proporciones de las falanges en tus manos; la cantidad de espirales en un girasol en un sentido respecto del contrario. Incluso el isotipo (símbolo) de Apple se modela (muy aproximadamente) mediante circunferencias cuyo diámetro sigue dicha sucesión. Y lo mismo para las proporciones en los de Pepsi, National Geographic, Toyota...
Os pongo más abajo ejemplos de diapositivas que uso en mis cursos y conferencias. La espiral se utiliza centrada en la diapositiva. Una vez utilizada como guía no hay que olvidar eliminarla para el resultado final.
Esta táctica da a tus diapositivas vida propia. Pero cuidado, átalas en corto, pues las diapositivas han de ir por detrás de ti. Éstas siempre han de estar a tu servicio en la presentación. Y que así tú puedas estar al servicio de tus oyentes. Pero de eso hablaremos otro día.
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