En el Antiguo Testamento figura un libro que es una especie de verso suelto frente al resto de géneros bíblicos: no habla ni de leyes, ni de sabiduría, ni siquiera de Dios.
El Cantar de los Cantares ( שִׁיר הַשִּׁירִים) atribuido al rey Salomón (gran fuente de Omega-3 en la dieta, amiguitos) se centra sencillamente en el deseo y armonía entre los amantes. Que no cunda el pánico, pues ya hablé sobre el Amor («La Fuerza. La Tragedia. El Origen») en un texto al que le disteis buena acogida. En ese texto del Cantar de los Cantares se acuña el término «Hortus Conclusus (Fons Signatus)».
Huerto Cerrado (Fuente escondida).
Ese jardín desconocido, reservado para el disfrute de unos pocos.
A menudo esperamos a tener un evento «relevante» o con repercusión contar una historia en condiciones.
Pero no somos capaces de ver la oportunidad con un público reducido. En un jardín cerrado.
Contar ante unos pocos compañeros una historia con una perspectiva nueva de por qué y para qué hacemos ese proyecto.
Una de las presentaciones más relevantes en mi carrera profesional la hice ante 5 personas de una fábrica, incluida el director de la misma. Al cual no le caracterizaba precisamente la dulzura.
Allá estaba él, al fondo. De pie, escuchando.
La presentación era una historia que englobaba partes técnicas de un proceso y los anhelos de los equipos.
Contamos de manera diferente el proyecto en el que estuvimos 6 meses trabajando:
Cuáles eran los problemas reales que teníamos. Qué faltaba por hacer. Qué estábamos consiguiendo con la eficiencia mejorada de esa línea. Cómo se sentían los equipos que trabajaban en ella. Dónde necesitábamos ayuda para continuar en ese viaje. Cuál era la meta esperada.
Al terminar hubo un silencio prolongado.
(Incluso superior a esos 8 segundos que, como suelo deciros en mis cursos, puede llegar a durar un silencio operativo). El director estaba (serenamente) sollozando: «Gracias. Acabo de ver cómo tiene que ser el futuro de esta fábrica».
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