Tuve un jefe que me dijo alguna vez, cuando empezaba en esto de gestionar clientes: «Marqueta, tómatelo como un juego, con todo lo serio que eso es: fíjate en los niños cuando juegan».
A Juan Tamariz le gusta referirse a sus números de magia como «juegos» y no como «trucos».
El juego es siempre un proceso
Si tienes el buen gusto de seguir jugando a juegos de mesa (también admitimos el Hundir la Flota por Computador) sabrás perfectamente que el juego es en sí una experiencia.

Que sí, que buscamos ganar. Pero, ¿qué más da? (a no ser que tu juego se llame «campeonato profesional»). Eso dura medio minuto. Lo que importa es el viaje. Lo que nos hace héroes, como diría David Bowie Joseph Campbell.
El público más exigente Los niños. Lo sabemos. De esa inocencia sin contaminar puede surgir algo tan sincero y cruel como un «pues no me ha gustado». El artículo de Arantxa Herranz sobre ingenieros que diseñan juguetes (premiado esta semana por el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid) ilustra como el juguete cataliza la experiencia del juego. Es decir, el juguete es una herramienta para enseñar de manera diferente. Y para ello se persigue cubrir una necesidad a través del diseño, las tácticas de producción siguiendo tendencias que sean en sí una novedad. Una máquina para emocionar E inmediatamente, ya me conocen ustedes, lo asocio al concepto de Presentación: se trata de cubrir un hueco, una necesidad. Crear un entorno de aprendizaje y entretenimiento en quienes experimentan nuestra presentación. Si es que no es solamente un «Powerpoint». Es un historia. La presentación en sí se convierte en una máquina de crear emociones. De la manera en que Le Corbusier definía una casa como una «máquina para vivir». Y de la manera en que el juego se define según la idiosincrasia de quienes van a divertirse y aprender con él, la presentación ha de tener en cuenta a esa comunidad a la que nos dirigimos. Porque se trata precisamente de hablar de ellos, más que de ti. Que a los pocos instantes de comenzar tu presentación, sientan que «comienza el juego».
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