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  • Foto del escritorDiego Marqueta

Personas, máquinas y viceversa (II)


En resumen: persona que tiene trazas de máquina y máquina que las tiene de persona. Ese rasgo que es parte de la genialidad de Cervantes con la cual literalmente se inventó el género de la novela: Quijote se va convirtiendo en Sancho y Sancho se va convirtiendo en Quijote.

A->B B->A Y aquí acabas de leer la clave de las series de televisión que enganchan. Si comparas en tu serie favorita (siempre hay un héroe, un escudero y un villano) el episodio 1 de la temporada 1 con el episodio final, verás que los personajes antagonistas se han ido prestando mutuamente los rasgos.

En el Quijote el villano es interior: los terrores, los fantasmas. Incluso su amada Dulcinea del Toboso es la idealización de Alonso Quijano sobre Aldonza Lorenzo (que existe, pero tampoco aparece). Pero los palos que se lleva Quijote por los mercaderes toledanos (por darles el coñazo y que proclamen la belleza de Dulcinea) sí que fueron reales.


Ese Círculo de Distorsión de la Realidad que nos presenta Cervantes es muestra de cómo conducimos a menudo nuestra vida.

Walter Isaacson muestra el paradigma de ese CDR en Steve Jobs: como suele suceder cuando el personaje retratado está ya en el tiempo de descuento, éste le da al biógrafo carta blanca para que escriba sin tapujos lo que ve.

Algo así como en "Hello, I Must Be Going" («¡Hola y Adios!»), la biografía que Charlotte Chandler elaboró sobre el irrepetible Groucho Marx. durante los 6 últimos años de éste. Y todo tras conocerse por una entrevista que les encargó la revista Playboy. Efectivamente amiguitos, como la Interviú, la comprabais por las entrevistas. La primera impresión Por eso es tan importante generar una gran primera impresión. Porque no hay segunda oportunidad para ello. Y porque, en ese primer impacto, es cuando la realidad (sobre todo las personas) se muestran tal cual realmente son. El resto de la vida nos dedicamos a encajar esa realidad en nuestros patrones, encuadres y prejuicios. Me contó hace más de 20 años un buen amigo psiquiatra (en calidad de amigo, no de lo otro) que, en los primeros 10 minutos en que dos personas se conocen, ambas declaran un contrato tácito, no expreso, que define su relación el resto de sus vidas. Lo mismo cuando haces una presentación, y a lo bestia: Los primeros 5 minutos son tu declaración de principios (y si no gustan, pues no, no tienes otros). En los siguientes 35 minutos tienes la oportunidad única de que abran sus mentes y corazones para que puedas (moderadamente) transformar con tus ideas. Y que Quijote se vuelva Sancho. Y Sancho, Quijote.

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