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  • Foto del escritorDiego Marqueta

Arte(de)facto

En estas cosas de hacer Presentaciones hay un grave riesgo: el de creerte un artista.

Se ve fácil en muchos tutti frutti de diapositivas con que se nos obsequia.

El riesgo es alto cuando demasiada gente se auto-corona como factótum de la Cultura.

Ahí es nada. Y de ahí, a Artista de la Pista, no hay más que un leve soplido.

Para aclararnos con los términos:

  • Entretener: es el (muy noble) oficio de hacer que la gente entre en un mundo diferente al cotidiano. Algunos lo hacen con películas. Otros con teatro. No en vano, los talleres de 4 horas que doy en modo anfiteatro son una función de teatro en que interactúo con el público. Algo así como Pedro Ruiz, pero en modo Powerpoint y (reconozcámoslo) sin la genialidad de aquel. ¡Pero me defiendo, eh!

  • Arte: Aparte de la «habilidad» para hacer algo, es la interpretación de lo real a través de recursos con una técnica y estilo (material, visual, sonoro, lingüístico). O sea, que no todo entretenimiento es Arte. Ni todo Arte es (unívocamente) entretenido.

  • Cultura: Es todo lo que representa la manera (consolidada) de sentir y hacer de un pueblo, tras superar esa crianza que da el tiempo. O sea: alguien se dedica a hacer pelis, escribir libros, etc. Pero sólo si tiene mucha suerte logrará ver en vida su obra convertida en cultura. Y desde luego, no será esa persona quién lo dictamine.

Picasso pintando con luz - blog diegomarqueta.com
En Pablo Picasso SÍ que convergen esos 3 aspectos: Entretener - Arte - Cultura. Y encima llegó a vivirlo

Al confeccionar una presentación, la única opción que nos lleva a buen puerto es centrarnos en lo que interesa a nuestro público. No hacer la presentación «porque toca a final de trimestre»: entonces se vuelve tan sorprendente como cada nueva canción de Enya (antes molabas, Eithne Pádraigín - Enya Patricia).

Y si no sigues un plan sencillo, pero reflexionado (recuerda, el papel y el lápiz), la puedes volver tan inútil como Andy Fletcher en el escenario (Depeche Mode), que no sabe ni dónde se encienden los cacharricos que le ponen.

Hemingway afirmaba que un buen día de trabajo eran «4 lápices gastados».

Y ese ha de ser tu primer artefacto: el lápiz.

El segundo, como ya dijimos, la papelera.

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